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Mostrando entradas de octubre, 2018

Decidí no mendigar jamás

Hay una imagen a la que recurro muchas veces cuando pongo a debate en mi alma mi orientación sexual . He visto a muchas personas mendigar en la puertas de las Iglesias, en la entrada de los supermercados, donde hay multitud de gente, turistas… mendigar para obtener algo. No me atrevo para nada ser juez de estas situaciones ni interpretar la verdadera razón que justifique esta triste realidad. Pero me apela al corazón, cada vez que me he sentido mendigo en las puertas de tantas personas. He sido un transeúnte, que por la mañana se ha movido por la vida con libertad, soñador,  alegre,  que pensaba que controlaba todo lo que le sucedía  en cada momento. ¡Ingenuo! Porque cuando atardecía, mendigaba unas migajas de pan en cada aplicación para buscar a alguien que me diera amor .  ¡Cuánto tiempo perdido, esperando un "ok" para quedar! Exhibido en un escaparate sin importar lo que realmente se ponía a la venta.  Mendigando unos besos, unos ojos que me miraran con deseo, una

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Tarde de chicos!!!

En la entrada anterior dedicaba una parte a la experiencia de contarle a mis hijos lo que papá estaba viviendo, pero luego decidí que estaba mezclando muchas cosas. He sacado ese bloque de texto, lleno de emociones, y lo he editado, espero sea de ayuda. Hoy revolea por mi cabeza ese mismo angelito, el mismo que hace unos años me pedía sincerarme con mi esposa, en esta ocasión susurra a mi oido y dice: -Es hora de que le cuentes  a tus hijos lo que ocurre, ellos tienen derecho a saber por qué papá ya no está en casa-.  Confesarles a mis hijos que estoy enamorado de otro hombre me da escalofríos, tengo esa sensación de mariposas en el estómago. Entre nosotros existe muy buena   comunicación, no siento temor, ni angustia. No temo a su reacción, seguro lo entenderán. Luís y yo hemos concluido que tanto sus hijos como los míos lo tienen claro, saben que ese amigo es más que un amigo.  Los medios de comunicación y las redes sociales han abonado el terreno para hablar de estos temas, e

La historia de Albert

Buenas, a ver cómo me sale esto... Me pide Gabriel que explique mi historia, o mejor dicho una parte de ella que él ya conoce. Voy a intentar  resumirla, porque como supongo que os ocurre a todos vosotros, mi vida daría para una novela larga, o quizás para el guión de una peli de Almodóvar... En la vida de los que tenemos ya más de 40, ha habido muchos condicionantes que te llevan por un camino marcado, salirse no es fácil, pero se puede. No quiero extenderme, así que me voy a situar ya en los 30, en mi ciudad (Barcelona) casado con una mujer, tras un noviazgo de años (mientras duraron los estudios universitarios de ambos). Fuimos padres de una niña después de 5 años de matrimonio que transcurrieron felices, con una buena situación económica (eran otros tiempos y dos profesionales con licenciatura se ganaban bien la vida). Jamás tuve relaciones sexuales con tíos . Ahora, después de muchos años y de muchas reflexiones, sé que siempre lo deseé , pero me lo negaba a mí

Recuerdos que forman parte del hombre que fui

Hoy realicé una encuesta para un compañero de de la Universidad de Valencia, un estudio sobre “Actividad Física, Educación y Sociedad” y las personas LGTBI. Aplaudo este tipo de iniciativas, todas las que contribuyan a fomentar la diversidad y las libertades. Un episodio en mi clase de Educación física: Recuerdo que cuando estaba en 2do año, de lo que hoy sería ESO, en la clase de educación física salir  a correr a los alrededores del instituto era una practica común, por lo menos en el centro educativo donde estudié.  Un día de carrera un grupo de compañeros (3 ó 4) me empujaron a un escapado y me  golpearon sin piedad, me gritaron " mariquita " y otros insultos.  Llegué como pude, sin ayuda de nadie de regreso a clase, con la boca rota, la ropa rasgada. Entré al gimnasio humillado, con los ojos llenos de rabia, mis compañeros callados, nadie pronunció una palabra. Me acerqué a la profesora a contarle lo que había ocurrido, -mala elección- ella dijo: -Apre

La confesión a mi mujer: soy gay

Mi nombre es Gabriel, tengo 47 años, hace poco menos de tres años me enamoré de un hombre encantador que fundió su vida con la mía. Llevé una vida heterosexual hasta ese momento. Ahora he asumido que soy gay , pero esa realidad devastó por un tiempo mi vida, trajo confusión, tristeza y vergüenza; me he paseado entre el engaño, las mentiras, la culpa y el temor. Tal vez siempre supe que había algo allí latente, enterrado en lo más profundo de mí, minimizado, enjaulado, preso, algo que me daba pavor enfrentar, algo que no sabes cómo manejar, “encerrado no hace daño a nadie”.  Piensas ingenuamente: "puedes vivir con eso" no tienes porque confesarlo; pero en el fondo sabes que ese momento te alcanzará,  temes a tus reacciones y el posible rechazo de quienes más amas . Leí en un artículo hace pocos días: “tienes miedo a arrancarte la curita y el dolor que causará, y eso es suficiente para deprimir a alguien”. Cuando le confesé a mi ex mujer que era homosexual no tenía cl