Cuando le conté a mis hijos que soy gay

 Hace un año confesé a mis hijos que era gay y que estaba enamorado de un hombre maravilloso. De esto quería escribir hace tiempo, pero por distintos motivos no había tenido ocasión.

No fue algo improvisado, o inesperado, esperaba la pregunta desde hace mucho tiempo. 

Al comienzo de la ruptura con su madre hubo una oportunidad, pero fue un momento precipitado,  lleno de tensión, no tenía fuerzas para hacerlo, no estaba preparado, para hacerlo hay que estar fuerte, dispuesto a todo.

Espera ese momento que abriera el camino.

Desde que asumí mi orientación sexual no he sentido vergüenza de confesarlo, pero sí respeto y responsabilidad, lamentablemente hay muchos prejuicios que vencer, y personas muy allegadas a mí han intentado hacerme daño.

Por otra parte, movido por la culpa, acepté un acuerdo de no hablar del tema con los niños; dejando claro que tampoco lo ocultaría, sí surgía la pregunta la contestaría con honestidad.

Un día camino a casa íbamos los tres rumbo a la boca del metro y D. mi hijo mayor me comentaba sobre distintos temas, él es muy inquieto y tiene muchos intereses. Hablábamos de las relaciones de pareja, la fecundación, el sexo… y de la “confianza", no entro en más detalles porque forman parte de su intimidad. Pero quienes conocen la historia a viva voz saben de que se trata…

Hubo un momento en que los tres nos detuvimos y D. me preguntó: - Papá… si entre nosotros no existen secretos ¿Por qué no me dices de quién estás enamorado? 

Me quedé mudo, cosa extraña en mí. Tenía la respuesta preparada, los argumentos, toda una estrategia, pero allí en medio de la calle, a punto de entrar al metro, a oscuras… no era el momento. Así que le contesté: - Es complicado.- Le guiñé un ojo. A lo que él respondió: - Ya entiendo, si es complicado, es porque es de un chico.

Entramos en el metro y cambiamos de tema. 

Pasaron los días y surgieron diversas preguntas pero esa en particular no. 

Llegó la hora

Semanas después, D. que no olvida nada, preguntó de nuevo. Ese momento es imborrable. Estábamos los tres en la cocina de mi casa, recién habíamos cenado, ese fin de semana dormían conmigo.

- Papá… ¿cuándo nos vas a contar de quien te enamoraste?

Para no hacerlo muy largo, me senté y me confesé.

Simplemente dejé que mi corazón hablara, lo tenía todo ensayado, pero era difícil dejar de ser natural y dejar fluir las palabras, el tenerlo de cierta forma pensado hizo que las ideas fluyeran en orden, sin titubeos, ni angustias.

Primero les dije que me gustaban los chicos, que había entendido, hace poco tiempo, que era gay, esa era en parte la razón de la separación de su madre. Ellos no lo podían creer, quedaron un poco desconcertados, yo pensaba que lo sospechaban, pero al parecer no era así. 

Mi hijo menor no daba crédito, decía una y otra vez: - No, no puede ser -  era una negación sin drama, más bien asombro. D. en silencio, asimilaba la noticia. A., con su adicción al móvil, cogió mi teléfono y dijo: - Aquí encontraré las pruebas de que te gustan los chicos, seguro hay alguna foto… - Claro habían y siguen estando allí.

Me ha funcionado salir del armario, como digo, completamente, no solo con mis amigos más cercanos sino también con mis padres e hijos, confesarlo todo: Si soy gay y además estoy enamorado de un hombre maravilloso, se llama Luís y tenemos una relación.

Mis hijos conocen a Luís, es cierto que cuando todo salto por los aires su madre me prohibió todo contacto. Pero un día entendí que ella no era quien para prohibirme nada, que yo sabía bien lo que podía o no hacer. 

Hace exactamente un año y medio celebré mi cumpleaños e invité a Luís, los niños aun no sabían nada, cenamos juntos después de mucho tiempo sin estar juntos, pero esa es otra historia, el punto aquí es el siguiente, no podía contarles de mi relación con Luís sin darle la oportunidad de compartir y de encontrarnos de nuevo.

Volviendo a la historia de esta entrada, les dije que tenía novio y que ellos lo conocían. Nos fuimos al sofá y nos sentamos los tres. 

Tengo un álbum de fotos que Luis me había regalado en un aniversario, un álbum lleno de evidencias, de complicidades, páginas que cuentan esta historia tan bonita. Sabía que era el recurso perfecto para la ocasión, una compilación de situaciones que cuentan con alegría el amor. 

- ¿Es Luís? Luís es tu novio… -Preguntó D.

- Sí, es Luís.

Como de costumbre la pregunta obligada:

- Pero Luís está casado y tiene dos hijos ¿Cómo es tu novio?

- Yo también estoy casado y los tengo a ustedes y soy su novio.

Lo interesante de esta historia son sus consecuencias, D. me dijo llorando: “Papá tu sigues siendo el mismo, nada cambia, te quiero igual, eres mi súper papá”.

Al cabo de media hora cada uno se puso en lo suyo, no hubo más preguntas, estás han venido con el paso del tiempo. Ellos ahora tienen una visión distinta sobre la homosexualidad y se preocupan por los derechos de la comunidad LGTB+

En una ocasión tenía que ir de viaje y se angustiaron, habían escuchado que en algunos países ser gay es un delito. Uno me dijo: “Papá yo voy contigo y si alguien te dice algo le doy un puñetazo”.

Concluyo, como siempre, diciendo que lo importante es la congruencia, la naturalidad, la fortaleza y asumir con honestidad nuestra orientación sexual, sin prejuicios, sin miedos y mas con nuestros propios hijos o hijas, ellos nos quieren más que nada en el mundo. 

Guardar el secreto era motivo de cuestionamiento, pensaba… solo se ocultan las cosas malas y ser gay no es malo, al esconderlo estaba, sin querer, contribuyendo al estigma y la discriminación.

Ahora cuando me veo con Luis no veo motivo por el cual no saludarlo con un beso ¿por qué no? ¿Si fuera una chica no lo haría con naturalidad? somos dos personas enamoradas.


Os recomiendo esta película que trata del amor y la aceptación.







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